CARTA –TESTAMENTO
(Víctor Raúl Haya de la Torre)
Se conoce como carta – testamento, a un documento impactante y de
pocas líneas, pero de profundo sentimiento, que fue escrito por Víctor Raúl en
1965 y estaba dirigida a Jorge Idiáquez Ríos (su secretario personal), esta
carta fue elaborada con motivo de someterse Haya de la Torre a una intervención
quirúrgica en Hamburgo – Alemania, la
misma que sería enviada a Jorge Idiáquez en caso de que Víctor Raúl no soportara
la operación y muriese.
Para todos es innegable el gran espíritu organizador y de unidad
que reflejaba Haya de la Torre dentro y fuera del APRA, por eso una de sus
máximas preocupaciones era, que el APRA sea un partido bien organizado,
disciplinado y sobre todo unido, él decía que ese era el secreto de la gran
fuerza del aprismo y precisamente catorce años antes de morir, escribió esta
carta-testamento, porque Víctor Raúl no podía estar tranquilo pensando cual
sería el destino del APRA después de su muerte.
Su fe en el buen accionar de los apristas, pero sobre todo en la vigencia de la doctrina y la
línea de acción del aprismo eran las únicas cosas que lo tranquilizaban un
poco, felizmente Víctor Raúl no murió en dicha operación médica, pero
lamentablemente su gran miedo con respecto a la unidad y la fraternidad, hoy en
día se ha vuelto realidad.
Los apristas de hoy se desangran entre ellos, como si el rival
político estuviera dentro del partido, es por ello que debemos tomar en cuenta
las palabras de Haya de la Torre, “Fraternidad compañeros, fraternidad”.
Esta carta decía lo siguiente:
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Hamburgo,
Diciembre 6 / 1965
Mí
querido Jorge Idiáquez:
Si la
operación a la que me voy a someter causara mi fallecimiento, esta carta te
será remitida por mi amigo el doctor Víctor Manchego, que es la única persona
del Perú que ha estado cerca de mí en estas circunstancias y a quien, como a
ti, recomendé no informar a nadie de mi estado de salud.
Pero
escribo esta carta para decirte ante todo cuánto agradezco tu sacrificada
compañía de más de treinta años; ejemplo de lealtad heroica que en muchas horas
de peligro me salvó la vida. Y cuánto agradezco, asimismo, a tu esposa, a tu
madre y hermanos, que hayan sido siempre para mí, fieles seguidores de tu línea
de conducta.
Como la
noticia inesperada de mi muerte hará que muchas personas te pregunten por qué
mantuviste en reserva las causales de mi último viaje y mi enfermedad, deseo
declarar aquí que por determinación mía, sólo tú y mi médico tuvieron
conocimiento de lo que ocurría a fin de no alarmar y en espera de que la
intervención quirúrgica tuviera feliz resultado. Para la vida del partido, para
mi familia, compañeros y amigos ha sido mejor así.
Te pido,
a ti que conoces mi modo de pensar, que transmitas a todos los compañeros del
partido mi declaración de que mi mayor, y acaso única preocupación al morir, es
la de las consecuencias que pueda traer mi desaparición y, sobre todo y ante
todo, la unidad del partido que ha sido, es y será la garantía de su fuerza.
El
aprismo debe ser siempre el gran movimiento de la democracia y de la justicia
social en el Perú y para que así sea debe mantener firme e indestructible su
fraternidad y su disciplina.
Y para
que así sea, todos y cada uno deben cooperar a este gran propósito sacrificando
todo individualismo e interés personal. El aprismo no debe repetir la historia
de los partidos peruanos que han muerto con sus fundadores.
Por
fortuna nuestro movimiento mantiene siempre vigente su doctrina, su programa y
su línea de acción. La evolución del mundo y el acontecer americano nos han
dado la razón. Y esto es bastante garantía para la supervivencia del aprismo
como el movimiento campeón de la gran transformación peruana y continental. Lo
que importa es realizarla y ésa es la misión histórica de cada aprista.
Yo
espero, y así muero tranquilo, que la línea política seguida se mantenga; que
la coalición del pueblo continúe dando leyes en favor de defensa de la
democracia social; del Perú provinciano, de los trabajadores, de nuestras masas
indígenas y de nuestra juventud. Porque esos fueron y son los grandes objetivos
del partido y para lograrlos se constituyó la coalición del pueblo.
Es esta
carta deseo también que recuerdes a los compañeros que cooperen a mantener e
impulsar la acción social del partido, sus academias, sus escuelas, sus
comedores, sus cooperativas, sus organismos infantiles y juveniles.
Y que
cada aprista sea un activo mantenedor de la unidad. De esa unidad que hemos
defendido siempre y en la que hemos visto y vemos el poder del aprismo.
Y
defender este principio: que formamos un partido de hombres libres en el cual
su línea, su doctrina, su política, las señalan sus integrantes en sus Congresos
y Convenciones.
Quien
quiere ser aprista debe adherirse democráticamente a estas normas. Esta carta
lleva algo de mi única preocupación al morir: la de la continuidad de nuestra
obra.
Espero
que mi muerte sirva para unir más a los apristas. Cierro esta carta con mi
adiós para ti y para todos los tuyos. Así como para los compañeros que la
conozcan.
Víctor
Raúl.
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